Rubalcaba quiere seguir

Apagadas las luces y con los delegados en sus casas, hay que sacar una conclusión de la Conferencia Política del PSOE. Más allá de las resoluciones, la imagen de Alfredo Pérez Rubalcaba, un líder que provoca rechazo en el 91% de la ciudadanía, emerge entre la terna de candidatos a las elecciones primarias que - parece - convocará el PSOE. Rubalcaba parece dar a entender con sus gestos, con su tenaz resistencia y, sobre todo, no dimitiendo en la noche de la catástrofe electoral, que no descarta concurrir a esas elecciones. ¿Y por qué no yo? Es una pregunta que los políticos se hacen una y otra vez. Miran a un lado y a otro, y no ven personajes más capacitados que su persona para dirigir el cotarro. Además, Rubalcaba tiene una buena corte de aduladores a su alrededor a los que no les importaría que siguiese, y se lo dicen. Tendrían asegurados unos años más en el poder. Sí, cada día menos poder, pero poder al fin y al cabo. No descarten a Alfredo. Su discurso de hoy, sin ser brillante en el contenido, solo pretendía transmitir una cosa: aquí estoy. Fuerte. Con ganas. No me jubilo. Sus asesores le habrán destacado que eso era lo importante. Levantar a la gente de las sillas, con los brindis al sol habituales sobre la iglesia, a pesar de que el PSOE se haya rajado en el asunto republicano. Son monárquicos, y hasta ellos mismos silbaron la decisión. Normal. Rubalcaba ha dado hoy un golpe en la mesa de la partida de póker que son las primarias. Al menos seguirá jugando unas manos más, y quién sabe si querrá ser el último en levantarse. Izquierda Unida tiene la oportunidad de su vida.

El País abandona a Rubalcaba

El diario que antaño era el principal aval del líder socialista entre la prensa española hace meses que abandonó, igual que otros muchos, un barco que se hunde. Las encuestas de Metroscopia caen cada domingo como una bomba en Ferraz, con una deflagración de la misma potencia que el rechazo que los españoles muestran por Alfredo Pérez Rubalcaba en esos sondeos. Peor valorado que Mariano Rajoy. Es una frase que se repite ya de forma machacona en la sede, en el Congreso, en los bares... Militantes madrileños y de otros lugares, que antes aplaudían los cañonazos que desde la cabecera se lanzaban contra Tomás Gómez, reniegan ahora de aquellas amistades peligrosas. Abrazados a las conferencias políticas, en el PSOE evitan realizar el trabajo político desde la base: el diagnóstico. Los socialistas, según todas las encuestas, no tienen un problema de programa. Lo tienen de personas. Justo el tema del que no se quiere hablar. Se hunde el bipartidismo, sí, pero el PSOE lucha por sobrevivir, y los que ahora lo controlan pelean por la supervivencia propia. Así, no es de extrañar que incluso El País se borre de la ecuación.