jueves, 22 de diciembre de 2011

La preocupación latente

Se esforzaba Elena Valenciano en poner cara de poquer frente a la cámara, mientras comentaba el documento firmado recientemente por varios exministros socialistas y otros cargos entre los que se encuentra Carme Chacón. Seguro que el cuerpo le pedía otra cosa, pero ahora toca templar las gaitas y aparentar que aquí todos a una; que tiempo habrá en las dos o tres noches que regalará el Congreso Federal para ajustar las cuentas y pasar facturas. Duro papel el de Elena, porque ser la fiel escudera de quien ha dejado al PSOE en el más absoluto de los agujeros electorales hay que llevarlo con mucha dignidad y firmeza, sobre todo si el candidato no se marchó a casa la noche electoral, y además ahora pretende liderar a los socialistas en sustitución de José Luis Rodríguez Zapatero. Porno duro. Lo cierto es que los primeros en dar el paso, y ya era hora de que alguien dijese algo, han sido afiliados de renombre entre los que destaca Chacón, aunque ella se esfuerce en asegurar que en esto es una más. Lo será, que no digo que no, pero los afiliados y votantes socialistas le miran a ella. Hace unos meses, el PSOE (vamos a decirlo así para no remover la herida) forzó la retirada de Chacón de las primarias porque con Alfredo Pérez Rubalcaba decían apostar a lo seguro. A intentar perder por poco, pensábamos los demás, que lo decíamos en román paladino alrededor de unos vinos en el Manolo. Al final perdieron, y por mucho, pero Rubalcaba tuvo su oportunidad. El hecho de que ahora quiera seguir al frente del PSOE viene a dar la razón a otro buen amigo que, esta vez en el Sanabria, aseguraba que esto era una operación más profunda que nada tenía que ver con las elecciones, y cuyo objetivo erar abrir paso a un tapado "del norte". La preocupación de los fieles y huérfanos de Rubalcaba es que el resultado de las elecciones es como un martillo pilón sobre cualquiera que sea la aspiración de su líder. Tuvo su oportunidad, y no salió bien. La lógica dice que hay que dejar paso, pero ya se sabe que, cuando la preocupación aumenta, el sentido común huye despavorido a los cuarteles de invierno. El proyecto de futuro, esa renovación de proyecto y caras que tanto necesita el PSOE, me lo van a permitir, no puede ser Rubalcaba. Me niego a creerlo, porque además no se lo cree nadie. Las urnas dieron su veredicto. Ahora veremos si el PSOE les da la espalda, como han hecho desde el Comité de Campaña de Rubalcaba.



viernes, 9 de diciembre de 2011

Los huérfanos de Rubalcaba

Óscar López, Srio. General de PSOE en Castilla y León
Dice la lógica política, que en la mayoría de ocasiones tiene muy poco de la primera y mucho de la segunda, que Alfredo Pérez Rubalcaba debería haberse ido directamente a casa tras su intervención en la sede socialista madrileña de la calle Ferraz. Sus palabras momentos después de hacerse evidente una debacle sin precedentes en los resultados electorales cosechados por el PSOE, debieron ser las últimas como alto cargo del partido. Joaquín Almunia hizo mejor resultado, y si no llega a dimitir muchos ya esperaban en la planta noble con el sable preparado para darle un empujón. Eran los mismos que le dieron abrazos cuando le metió el sillón del Congreso a Josep Borrell cerrándole el interior, en una maniobra digna de verse en la Fórmula 1. Los que abrazaban a Rubalcaba para que presentase su candidatura, a la vez que bloqueaban la de Carme Chacón bajo la amenaza del fin de los días, no estuvieron la noche electoral arropando al derrotado. Sólo estaban presentes los que pueden quedarse huérfanos en una hipotética renuncia de Rubalcaba para competir por la Secretaría General del PSOE. La misma tónica ha continuado en el último Comité Federal. Los únicos que levantan la voz con brío para arropar al hombre que dejó en 110 diputados al PSOE son aquellos que ligaron su futuro al de este proyecto, probablemente sin conocer que se trataba de una operación para el futuro de otros. Hablan y cierran filas Elena Valenciano, el todavía Secretario General de Castilla y León, Óscar López o Pedro Sánchez, cuya entrada en la lista de Madrid requirió de calzador y medio por la poca estima que siente por él Tomás Gómez. Son tres nombres, pero hay más. Son la generación Rubalcaba, que puede quedarse en la más efímera del socialismo español y de peor recuerdo por lo doloroso de la colosal derrota. Ellos sostienen al que fuera candidato en su pugna todavía no desvelada públicamente para suceder a José Luis Rodríguez Zapatero al frente del PSOE. Por arriba, de forma menos pública, los que abortaron el proceso de primarias también animan a Rubalcaba. Se enfrentan de nuevo al problema de Chacón, y el tapado socialista necesita de más tiempo con un mando interino al frente para desvelar sus cartas. ¿Quién es el tapado? Para el siguiente capítulo....