Se esforzaba Elena Valenciano en poner cara de poquer frente a la cámara, mientras comentaba el documento firmado recientemente por varios exministros socialistas y otros cargos entre los que se encuentra Carme Chacón. Seguro que el cuerpo le pedía otra cosa, pero ahora toca templar las gaitas y aparentar que aquí todos a una; que tiempo habrá en las dos o tres noches que regalará el Congreso Federal para ajustar las cuentas y pasar facturas. Duro papel el de Elena, porque ser la fiel escudera de quien ha dejado al PSOE en el más absoluto de los agujeros electorales hay que llevarlo con mucha dignidad y firmeza, sobre todo si el candidato no se marchó a casa la noche electoral, y además ahora pretende liderar a los socialistas en sustitución de José Luis Rodríguez Zapatero. Porno duro. Lo cierto es que los primeros en dar el paso, y ya era hora de que alguien dijese algo, han sido afiliados de renombre entre los que destaca Chacón, aunque ella se esfuerce en asegurar que en esto es una más. Lo será, que no digo que no, pero los afiliados y votantes socialistas le miran a ella. Hace unos meses, el PSOE (vamos a decirlo así para no remover la herida) forzó la retirada de Chacón de las primarias porque con Alfredo Pérez Rubalcaba decían apostar a lo seguro. A intentar perder por poco, pensábamos los demás, que lo decíamos en román paladino alrededor de unos vinos en el Manolo. Al final perdieron, y por mucho, pero Rubalcaba tuvo su oportunidad. El hecho de que ahora quiera seguir al frente del PSOE viene a dar la razón a otro buen amigo que, esta vez en el Sanabria, aseguraba que esto era una operación más profunda que nada tenía que ver con las elecciones, y cuyo objetivo erar abrir paso a un tapado "del norte". La preocupación de los fieles y huérfanos de Rubalcaba es que el resultado de las elecciones es como un martillo pilón sobre cualquiera que sea la aspiración de su líder. Tuvo su oportunidad, y no salió bien. La lógica dice que hay que dejar paso, pero ya se sabe que, cuando la preocupación aumenta, el sentido común huye despavorido a los cuarteles de invierno. El proyecto de futuro, esa renovación de proyecto y caras que tanto necesita el PSOE, me lo van a permitir, no puede ser Rubalcaba. Me niego a creerlo, porque además no se lo cree nadie. Las urnas dieron su veredicto. Ahora veremos si el PSOE les da la espalda, como han hecho desde el Comité de Campaña de Rubalcaba.
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